Las derechas en Latinoamérica nos ponen ante nuevos desafíos
Por Gustavo Quinteros, Secretario de Formación de ATE Nacional
La Pandemia generada por el Covid – 19, puso al desnudo un sinfín de problemas socio sanitario, pero también una situación económica nunca antes vista en los últimos años. Es a su vez, un gran desafío comenzar a reconstruir el tejido social que viene siendo devastado por el poder económico, cada vez más concentrado en pocas manos y de una manera obscena ante tantas inequidades.
Para tal desafío, urge hacer un análisis sobre los llamados gobiernos progresistas que irrumpieron en Latinoamérica a partir del 2001. Gobiernos que nos permitieron soñar que comenzaba una etapa que venía a poner fin al capitalismo salvaje que había sumergido a una porción importante de nuestros pueblos en una pobreza que nos avergüenza como sociedad. Soñar con poner fin al neoliberalismo que trajo consigo la informalidad y precariedad laboral, un sistema de salud quebrado, una educación para pocos y una fenomenal acumulación de la riqueza en pocas familias y empresas multinacionales.
Chávez en Venezuela, el PT con Lula Da Silva en Brasil, el Frente Amplio con Tabaré Vásquez y José Mujica en Uruguay, el socialismo de Michelle Bachelet en Chile, el Frente para la Victoria con Néstor Kirchner en Argentina y el Movimiento al Socialismo de Evo Morales en Bolivia nos invitaban a soñar con una Latinoamérica que diera por tierra estas políticas neoliberales y comenzar a la reconstrucción del tejido social de nuestros pueblos.
Podemos decir que en algunos aspectos se lograron avances para comenzar a discutir cómo acumular fuerza organizada en América Latina, para arrebatarles a los grupos de poder y a las empresas trasnacionales, parte de esa ganancia fenomenal acumulada por décadas y así distribuirla en formas más equitativa entre los sectores más empobrecidos de nuestros pueblos.
La derecha parecía replegada, pero solapadamente intentaba recuperar terreno, utilizando a los medios de prensa para lograr sus objetivos. En un abrir y cerrar de ojos, casi sin poder percatarnos, tuvimos las primeras luces amarillas que nos hicieron ver cómo comenzaban a recuperar los distintos gobiernos de la región: el primero fue Pineda en Chile, quien logró derrotar al socialismo. Un golpe cívico militar dejó afuera del gobierno a Evo Morales instalando en el poder a Jeanine Añez del Partido Demócrata Social. El caso más reciente se dio en Uruguay donde el Frente Amplio perdió las elecciones frente a la derecha de la coalición que llevaba a Luis Lacalle Pou. No debemos olvidarnos del Partido de los Trabajadores de Brasil que dejo el poder en manos del ultraderechista de Jair Bolsonaro. Por último, el caso de Venezuela que se encuentra permanentemente tironeada por los Estados Unidos, que intentó legitimar junto a otros países de la región al derechista Juan Guaido como presidente .
Otra gran sorpresa se representó en nuestro país cuando por primera vez, desde la recuperación de la democracia, ya no por un golpe cívico militar sino por el voto de nuestro pueblo, la derecha llegó al gobierno y puso a su hijo predilecto Mauricio Macri en el gobierno. Su gobierno culminó después de cuatro años de medidas antipopulares, sin tener que huir en un helicóptero, o dejar el poder antes que termine el mandato. La movilización social, de la cual fuimos parte, hizo que perdieran las elecciones ante la fórmula Fernández-Fernández.
Está a la vista que las DERECHAS EN LATINOAMÉRICA han vuelto a ganar terreno y seguramente volverán a instalar las viejas recetas ya conocidas por todos nosotros. Intentarán que la crisis y sus consecuencias generada por el Covid-19 la paguemos los trabajadores.
Son muchos los desafíos que tenemos por delante, preguntas todavía sin respuestas de por qué llegamos a esta situación, cuando el sueño de la Patria Grande latinoamericana comenzaba a ilusionarnos. Pero sobre todo, ¿cómo saldremos de la crisis?
Es por eso, que que quiero rescatar las palabras de Germán Abdala cuando nos decía que ante situaciones límites, los pueblos sacan fuerzas desde donde no la tienen y así afrontan los nuevos desafíos. Que esta situación nos invite a soñar que juntos podamos lograr definitivamente la unidad de nuestra querida Latinoamérica para ponerla al servicio de las mayorías populares y la felicidad de nuestros pueblos.