Bolivia en la senda del Che
Hace casi un año nomás, la derecha imperialista ejecutaba un golpe de Estado. Al concretarse, un conjunto de intelectuales indigenistas, feministas y ecologistas[1] plantearon que el gobierno del MAS había hecho fraude; que Evo Morales había caído por su propio peso; que había sido un levantamiento popular contra el MAS aprovechado por la derecha; que se trataba de una crisis institucional. Un año después, y solo dos semanas posteriores a que lxs golpistas homenajeen a los asesinos del Che, el MAS arrasó en las elecciones, recuperando el gobierno.
Estxs intelectuales han discutido los procesos latinoamericanos ubicados en la interrelación de tres contradicciones: el género, la raza/etnia y la naturaleza. En este sentido, las acusaciones al gobierno de Evo circularon en torno al carácter patriarcal de la conducción política, al neoextractivismo y a una versión arquetípica de lo indígena.
Para estxs intelectuales, el Cono Sur pivotea a lo largo de este siglo, en una contradicción entre un modelo de crecimiento basado en el extractivismo y un modelo de decrecimiento sustentado en la agroecología, el feminismo y el indigenismo.
Uno de los ejemplos de esta discusión es el litio. Argentina, Bolivia y Chile contienen en sus territorios la mayor cantidad de este mineral del planeta. El litio hoy es un elemento clave para las tecnologías de almacenamiento energético, no solo para comunicaciones, ni para amortiguar el rasgo intermitente en las energías renovables, sino también en la movilidad eléctrica. El gobierno de Evo, a diferencia de Chile y Argentina, estatizó los yacimientos de litio y creó una empresa estatal para conducir el proceso de exploración, investigación y establecimiento de la producción en plantas piloto. Para el escalamiento industrial, inició acuerdos con Alemania y China, que no tuvieran como eje único e indiscutible el valor de cambio. El Estado boliviano negoció acuerdos que permitirían resolver necesidades populares sin intercambio mercantil, a partir de dispositivos en los cuales el litio cumple un rol clave. Y el golpe truncó este proceso.
La imagen de Evo circulando en un auto eléctrico construido en talleres bolivianos puede tener distintas lecturas. Por un lado, la condensación de las tres contradicciones que antes mencionamos: el auto eléctrico como falo, la extracción de litio como agresión a la naturaleza y el indígena que propone patrones culturales del colonizador.
Por otro lado, para el magnate asociado a Donald Trump, Elon Musk, esta imagen es una afrenta a su poderío y por ello dijo que volvería a apoyar un golpe en Bolivia por el litio, imprescindible para su empresa automotriz Tesla.
Finalmente, esa imagen también propone una forma de entender el desarrollo para Nuestramérica: siguiendo la senda del Che.
Hace 55 años, el Che Guevara daba uno de sus memorables discursos, en el II Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática, realizado en Argel, entre el 22 y el 27 de febrero de 1965. En este discurso el Che plantea, en primer lugar, la “necesidad de la alianza de los pueblos subdesarrollados y de los países socialistas” contra el enemigo común: el imperialismo.
En segundo lugar, en el discurso, Guevara plantea que “el desarrollo de los países que empiezan ahora el camino de la liberación, debe costar a los países socialistas”. El Che postula una propuesta de establecimiento de un vínculo entre países socialistas y subdesarrollados donde los primeros tengan un rol clave en determinar que los términos de intercambio comercial y financiero no estén regidos por la ley del valor, por las reglas del juego capitalista, sino que acompañen fraternalmente a los países subdesarrollados en su camino de desarrollo. En este punto el Che plantea que los países socialistas deben establecer créditos y precios diferenciados, inversiones directas y formar cuadros técnicos.
En tercer lugar, el Che plantea que “deben ponerse en tensión las fuerzas de los países subdesarrollados y tomar firmemente la ruta de la construcción de una sociedad nueva”. Este es tal vez el postulado que más se articula con el pensamiento guevarista sobre la construcción del hombre nuevo. Cuando el Che propone términos de intercambio que propicien el desarrollo, está implicada la disputa por el rumbo socialista de la sociedad, en cada país, para cada pueblo.
Y finalmente en cuarto lugar, el Che plantea que “no se puede abandonar el desarrollo a la improvisación más absoluta”. En la planificación reside gran parte del pensamiento económico de Guevara, aunque el Che postula una mirada integral de la lucha de clases, conformando y configurando al conjunto de los aspectos de la sociedad.
La imagen del auto eléctrico de Evo, entonces, propone un camino de confrontación con el imperialismo: un pueblo sumido en la dependencia y el subdesarrollo por siglos, que encara un proceso de lucha antiimperialista, en el cual asume el control sobre su propio desarrollo. La movilización popular y la reforma constitucional que le otorga la propiedad completa del suelo al Estado, permite negociar los términos del intercambio en un marco que profundiza la soberanía y la distribución de la riqueza. El protagonismo del conjunto de las subalternidades, cristaliza en derechos, incluso para la naturaleza. Aunque el mundo no es el mismo que en 1965, tener injerencia sobre los términos de intercambio entre naciones y entre empresas, implica confrontar con los marcos conformados por el Consenso de Washington. Es decir, retomar la construcción revolucionaria de una senda en que los intercambios sean a favor de los pueblos.
¿Por qué estxs intelectuales feministas, indigenistas y ecologistas, entonces, acompañaron de alguna forma el golpe? Porque desagregan el elemento central de lo que se juega en Bolivia: la lucha contra el imperialismo. Esta desagregación del contenido de clase de las disputas, habilita el error (siendo generosxs). Las contradicciones de género, raciales y ambientales, junto con las de clases, constituyen una totalidad social, un proceso histórico complejo que se despliega haciendo emerger la interrelación de dichas contradicciones. En la lucha antiimperialista se transmuta esa interrelación de conflictos sociales.
Retomar la senda del Che, implica recuperar la síntesis concreta de la forma en la cual se despliega la lucha de clases en Nuestramérica, es decir, sin disputa contra el poder imperialista no hay proceso de liberación de ninguna de las contradicciones que estos intelectuales proponen emanciparse.
[1] Rivera Cusicanqui, Segato, Zibechi, Gudynas, Svampa (aunque ella sí reconoció el golpe de Estado, planteó que el afán reeleccionista y el fraude eran los iniciadores del golpe), entre otras y otros.