“A 8 años de la intervención del INDEC: Datos falsos, muertes verdaderas”.
Hambre, desnutrición y
muerte.
Sarasas de funcionarios
que hacen malabarismos con estadísticas de dudosa interpretación, y de absurda
justificación.
Pobrezas y muertes de las
imperdonables en plena década ganada.
Gobernantes millonarios
con gestos distraídos manipulando los resortes del relato sin que sus muecas
los delaten.
Que la mortalidad infantil
en su piso histórico, que satélites al espacio, que sucursal del Banco Nación
en China, que Fútbol para Todos...
Pero Alan, Marcos y
Néstor, y otros pibes más que son escondidos de las estadísticas se nos siguen
muriendo de hambre. La mayoría de poblaciones originarias (wichis).
O como en Misiones, bombos
y platillos para iniciar un 2015 con mortalidad de un dígito del que casi todos
dudan, pero los datos aportados por los compañeros trabajadores del sector y
dirigentes de ATE, indican, por ejemplo, que el departamento Gral San Martín
tiene la tasa más elevada de la provincia, el doble de la media provincial. En
este departamento se encuentra el mayor número de comunidades originarias, con
un total de 24 Comunidades Mbya Guaraní.
En estos días, se cumplen
8 años de la Intervención del INDEC por Moreno y su patota como parte de un
engranaje desarrollado por este gobierno para la manipulación del relato
social. Así, ya no sabemos qué cantidad de pobres hay en la Argentina, cuánto
aumenta el costo de vida, cuántos los desocupados. La heroica resistencia de
sus trabajadores, devolverán más temprano que tarde, la confiabilidad necesaria
al Organismo.
Es evidente que la
“batalla” de las estadísticas es un fenómeno que por estos tiempos se incorpora
al escenario político.
La crisis de confiabilidad
de los mecanismos y sistemas de información, ha sido producto indudablemente,
de la manipulación bastarda de funcionarios a los que les pasaron el chisme de
que se podía alterar el relato, “tocando” algunos puntos del proceso de
obtención, procesamiento o publicación de cualquier tipo de dato.
La “producción” de
información estadística, ha pasado a ser un “producto” al servicio no
precisamente de la verdad sino para “soportar” intereses, generar climas
sociales, ocultar realidades.
Se alteran los indicadores
de pobreza y exclusión, de diferencias entre pobres y ricos, de empleados,
subempleados y desempleados, tasas de homicidio, cantidad de muertes por Gripe
A, y así podríamos seguir.
El actual Ministro de
Salud, hace algunos años cuando todavía era funcionario en Tucumán y su cuenta
bancaria tenia algunos “ceros” menos, fue tapa de diarios y de informes
televisivos por una macabra alteración de datos para “mostrar” una reducción
“histórica” de la mortalidad infantil en la provincia. Mientras, según sus
propias declaraciones juradas, el patrimonio de Manzur creció al menos 22 veces
entre 2003 -cuando asumió como ministro de Salud de la primera gestión del
gobernador de Tucumán José Alperovich- y 2011. El incremento estuvo ligado a
inversiones inmobiliarias.
Manzur es hoy uno de los ministros
más millonarios del Gabinete de Cristina Fernández.
Por estos días, los
funcionarios de Salta hacen uso de una necedad impactante, con malabares
discursivos para justificar lo injustificable. La muerte evitable. El desamparo
imperdonable. Las excusas obscenas.
La observación de uno solo
de esos rostros de niños sin edad, sin infancia, de mil carencias, es el
estandarte del escándalo ético del que los argentinos nos debemos más rebeldía
y bronca organizada.
La “batalla” de los datos
no debe deshumanizar cada tragedia humana en el país del pan.
Otro país es posible.
Nos lo merecemos.