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    27 de febrero de 2015

    Aniversario de la creación de la Bandera Nacional: Nosotros flameamos en el sueño de Manuel Belgrano. Por Alejandro Garzón, Secretario Gremial de ATE

    Para febrero de 1812, habían pasado dos años que la Revolución de Mayo marcara el comienzo de la ruta de nuestra independencia, aún parcial e inconclusa. De ésta manera se abría el paso a la confrontación de dos intereses antagónicos bien definidos. Uno promoviendo la unidad, el crecimiento productivo y el desarrollo interno con proyección suramericana, y otro balcanizador, con centro en las ciudades puerto -Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, Caracas- y que desprotegía las provincias, promoviendo el cierre de los ríos interiores, para beneficio de la oligarquías tradicionales atadas a la dependencia estructural.

    El Primer Triunvirato orientaba su mirada en preservar estos territorios para Fernando VII, que seguía cautivo de Napoleón, pero muchos, como el General Manuel Belgrano, pensaban que ya era tiempo de pensar en la Independencia. La guerra civil se había desencadenado en el Virreinato del Río de la Plata y la discusión pasaba por si seríamos un país, en un subcontinente balcanizado, o una Nación soberana que abarcara un territorio extenso desde el Río Bravo al sur.

    Nuestra independencia de España será aprovechada por los comerciantes porteños, una pequeña burguesía con mentalidad de almacenero que buscará su rentabilidad del brazo de la oligarquía nativa, con la mirada puesta en Inglaterra, el cierre del camino de las economías regionales, y el corte de cualquier vínculo latinoamericanista, dando privilegio al comercio exterior, importando trigo y ganado y apropiándose de la renta aduanera.

    Hacia un año que los españoles vinieran hostigando las costas de Paraná, y hasta allí se dirigió Manuel Belgrano para plantar batalla defensiva a las huestes armadas enviadas por el embajador español de Montevideo. Fue de su inspiración que los soldados llevaran en su pecho un símbolo que los identificara, a la vez que se despojaran de las insignias españolas que seguían portando. Será éste el origen de la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de dos colores, blanco y azul celeste.

    Aceptada por Primer Triunvirato, éste declara abolida la roja con que antiguamente se distinguían. Belgrano dio a conocer que con éste símbolo, utilizado de inmediato, que nuestras tropas "acaban de confirmar a nuestros enemigos de la firme resolución en que estamos de sostener la independencia de la América". Para Rivadavia, integrante de aquel Triunvirato, aquella identificación, como el lenguaje independentista expresado por Belgrano, alertó sus temores en el sentido de que la idea no caería bien eso Gran Bretaña.

    En realidad, la mirada rivadaviana apuntaba en que seamos una provincia colonial de Inglaterra y no una nación independiente, pudiendo disgustar a Lord Strangford, embajador británico en Río de Janeiro al servicio de quien ya venía operando.

    Belgrano que no debía favores, ni tenía compromisos con quienes veían en el avance de la independencia de España, la oportunidad de una nueva dependencia colonial, y encarga de aquella escarapela confeccionar una bandera. La misma será izada por primera vez el 27 de febrero de 1912 en las márgenes del Paraná, en Rosario, y al momento de poner en funcionamiento una nueva batería defensiva ante el avance realista. Allí mismo, el militar patrio ordenó a sus oficiales y soldados jurarle fidelidad diciendo "Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad".

    Al enterarse el Triunvirato de la decisión de Belgrano de crear una bandera propia, reaccionó de inmediato y lo desautorizó. Pero Belgrano no llegó a enterarse de esta resolución hasta varios meses después de emitida, y siguió usando la bandera nacional que fue bendecida el 25 de mayo de 1812 en la Catedral de Jujuy por el sacerdote Juan Ignacio Gorriti. Una vez enterado, Belgrano contestó admitiendo que en dos oportunidades había izado la bandera para "exigir a V.E. la declaración respectiva en mi deseo de que estas provincias se cuenten como una de las naciones libres del globo". No obstante se compromete en duros términos a destruir el joven paño patrio: "La desharé para que no haya ni memoria de ella. Si acaso me preguntan responderé que se reserva para el día de una gran victoria y como está muy lejos, todos la habrán olvidado".

    Aquel Triunvirato en poco tiempo caerá, y un Segundo Triunvirato con fuerte influencia sanmartiniana y de la Sociedad Patriotica liderada por Monteagudo, dando un nuevo impulso revolucionario a la lucha dispuesta, avaló lo actuado por Belgrano. Y fue posible hacer jurar la bandera por nuestras tropas a orillas del río Pasaje, que desde entonces se llama Juramento. A pesar del esfuerzo patriótico de Belgrano, de Mariano Moreno, San Martín, Monteagudo, de las Montoneros Federales Facundo Quiroga, Chacho Peñaloza, Martín Güemes y Felipe Varela, entre otros, habremos sido una provincia más de la Patria Grande balcanizada, y nuestra independencia real, aún permanece pendiente.

    La lucha continúa, y llevamos una ventaja. Contamos con escarapela y Pabellón Nacional. Sabemos de dónde venimos y sabemos hacia dónde vamos. No claudicamos jamás, a pesar de las marchas y contramarchas, e insistimos con desobediencia patriótica y legado belgraniano.

    Aquella, nuestra Bandera, sigue flameando, y marca el norte hasta llegar a “vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad." Habremos dejado de ser un país semicolonial y dependiente, para fundirnos en la Gran Nación de la Patria Grande.


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