"Concretando este primer paso con la creación del CUSLA, varios de quienes participaron en la reunión, al retornar a sus países, sufrieron represalias políticas y patronales. Despidos de sus fuentes de trabajo, en algunos casos, y en otros, encarcelamiento".
En Paraguay, a comienzos de 1952, se reúne la Iª Conferencia
Sindical de la Cuenca del Río de la Plata, que da nacimiento al Comité de
Unidad Sindical Latinoamericana (CUSLA).
En las deliberaciones, el dirigente camionero y sanjuanino
José Espejo, Secretario General de la CGT argentina, puso el énfasis, en la
necesidad de conformar una central latinoamericana. "No debe importarnos
un ápice la existencia de otras centrales; no queremos estrechar las manos
encubiertas de sangre de trabajadores, de los que están al servicio de Wall
Street. Queremos levantar todo el potencial obrero de América a efectos de
reconquistar nuestras riquezas económicas, y recuperar el intercambio,
dirigiéndolo, para elevar el nivel de la vida de los pueblos, sumidos hasta el
presente en la explotación, mientras entonan loas a sus propios verdugos".
Estos fueron argumentos de los delegados argentinos que también pusieron de
relieve la necesidad de reclamar la participación en el seno de la (OIT), dada
"la comprobación de que a sus conferencias asisten nada más que los
delegados de los gobiernos, que dicen lo que les place, sobre los trabajadores
de sus países".
El dirigente argentino de los obreros del vestido, José
Alonso, puntualizó la diferencia existente entre los derechos del hombre
sustentados por la OIT, y los derechos de los trabajadores tal como en la
realidad se concretaban con el avance de la clase trabajadora en la revolución
peronista.
Concluidas las deliberaciones, se resolvió la constitución
del Comité de Unidad Sindical Latinoamericana -CUSLA- “libre de toda dominación
extraña, como paso previo a la creación de una poderosa Central Obrera
Latinoamericana, para defender los intereses y los derechos de la clase
trabajadora en general y afianzar la dignidad de los pueblos, y acrecentar la
soberanía de las naciones”. Tal como
años antes lo habían pregonado los dirigentes de la ATE, Libertario
Ferrari y Cecilio Conditti en una reunión celebrada en México con fines
similares.
Concretando este primer paso con la creación del CUSLA,
varios de quienes participaron en la reunión, al retornar a sus países,
sufrieron represalias políticas y patronales. Despidos de sus fuentes de
trabajo, en algunos casos, y en otros, encarcelamiento.
Vencidos todos los obstáculos y los intentos disuasivos por
parte del imperialismo y el stalinismo soviético, el 20 de noviembre de 1952,
se realiza en México el Congreso de Unidad, con la asistencia de delegados de 18 países.
En él se aprobó la creación inmediata de la Agrupación de
Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS), cuya sede permanente sería
Buenos Aires. El nucleamiento representa a dieciocho millones de trabajadores.
La Secretaría General le correspondió al dirigente argentino,
José Espejo; la Secretaría Adjunta al chileno Rubén Hurtado; el representante
de Puerto Rico, Francisco Colón Gordiany, fue elegido Secretario de Actas;
Fernando Pérez Vidal, de Cuba, Secretario de Relaciones; Héctor Gutiérrez
Zamora, de Costa Rica, Secretario de Finanzas. La Secretaría de Organización le
fue confiada a Florencio Maya, de México, y la de Prensa y Propaganda a Tomás
del Piélago, del Perú. Para la Delegación Permanente ante la ONU y la OIT fue
designado Luís Morones. A cargo de la representación en nuestro país, quedaría
el enfermero puntaltense Héctor Di Pietro, secretario general adjunto de la ATE
A fin de ser elaborados diversos informes sobre las distintas
realidades nacionales en materia de legislación laboral, reforma agraria,
discriminación racial, problemática del transporte, niveles de industrialización,
estado de independencia, etcétera, fueron creados equipos técnicos y
comisiones. A tales efectos, y tomando una iniciativa que fuera tenida en
cuenta por el Partido Laborista argentino, son convocados técnicos e
investigadores para integrar las respectivas comisiones de estudio, quedando
constituido un Departamento Técnico. Otra novedad es el concepto adoptado de
supranacionalidad con el propósito de abordar las diversas problemáticas que
son comunes a casi todos los países.
Un aspecto de importante consideración vinculado a facilitar
la intercomunicación entre la Asociación y los gobiernos fue incentivar sumar
al cuerpo diplomático de cada país, un representante obrero en la embajada, de
acuerdo a la Ley de Servicio Exterior aplicada en Argentina, en vigencia desde
1947.
Su Declaración de Principios será precisa "ATLAS está y
estará contra toda forma de totalitarismo o dictadura, tanto de derecha como de
izquierda, ya sea ejercida por el capitalismo o por el Estado.
La existencia de ATLAS en nuestro país, concluirá a poco de
producirse el golpe militar de la
autodenominada Revolución Libertadora. El 16 de enero de 1956 el PEN decretó la
intervención de la ATLAS, tras la detención de Héctor Di Pietro, habiendo sido
el último titular de la central obrera.
Para el gobierno de facto el carácter internacional de ATLAS
tenía mucho menos significación que su identificación con el peronismo, y no
podía quedar al margen en la ofensiva que ejecutaba en contra de las
organizaciones sindicales y los cuadros del movimiento obrero en esos momentos.
Como aconteció con muchos otros locales sindicales, el
edificio de la ATLAS, ubicado en la Avenida de Mayo 591, fue ocupado por
infantes de marina, fuertemente pertrechados. Sus archivos y ficheros fueron
destruidos y sus bienes materiales incautados. Paralelamente, el interventor de
la Confederación General del Trabajo, Capitán de Navío Patrón Laplacette,
desvinculó a la CGT de la ATLAS, argumentando que ésta "no ha constituido
en momento alguno un organismo auténticamente sindical, con postulados y
acciones para la liberación de la miseria económica y espiritual en que puedan
estar grupos de trabajadores de Latinoamérica"(
Luego del decreto de intervención
con lo que se inmovilizó el accionar de la ATLAS, y con la disolución judicial
pedida por el Ministerio de Educación y Justicia, durante el gobierno de Arturo
Frondizi, la ATLAS, francamente debilitada, fue diluyendo su accionar, a pesar
de las inyecciones directrices dadas por Perón desde el exilio, e incluso se la
borró de la memoria colectiva, con lo que las nuevas generaciones desconocen
uno de los aspectos más relevantes, por su proyección continentalista, de la
historia del movimiento sindical argentino y latinoamericano.
No serán simples expresiones de
deseo las declaraciones vertidas por el primer ministro inglés, Winston
Churchill, ante la Cámara de los Comunes en 1955, una vez conocida la caída del
gobierno popular "La caída del tirano Perón en Argentina es la mejor
reparación al orgullo del Imperio y tiene para mí tanta importancia como la
victoria de la segunda guerra mundial, y las fuerzas del Imperio Inglés no le
darán tregua, cuartel ni descanso en vida, ni tampoco después de muerto”.
Con la caída del Gobierno
popular, se diluía el primer intento de integración latinoamericanista
proyectado desde la participación de la clase trabajadora. Un sueño que se
diluye en parte, debido a la desmedida dependencia política al gobierno que le
diera sustento, y las limitaciones que de ello se desprenden impidiendo
al movimiento obrero reformularse una dinámica independiente que fuera
capáz de garantizar la continuidad y despliegue de ATLAS, incluso, en defensa
del gobierno del Gral Perón.
*Autor de la Historia de la ATE, integra como investigador el Departamento de Cultura del CDN