• Nacional

    24 de marzo de 2021

    Juicios e Identidad: Reflexiones a 45 años del golpe genocida

    Conversatorio virtual organizado por ATE y la CTA Autónoma en el marco de la Semana de la Memoria.

    En la tarde del martes se llevó a cabo de forma virtual el conversatorio ‘Juicios e Identidad: Reflexiones a 45 años del golpe genocida’, organizado por María José Cano, Directora del Departamento de Derechos de los Pueblos de ATE Nacional, y por Emiliano Hueravilo, Director del Departamento de Derechos Humanos de ATE Provincia de Buenos Aires. Del mismo participaron compañeros y compañeras de distintos organismos de Derechos Humanos y dirigentes de ATE y de la CTA-A de todo el país.


    María José Cano, Directora del Departamento de Derechos de los Pueblos de ATE Nacional, fue la encargada de dar la bienvenida y de hacer una introducción: “El objetivo de esta actividad es el de reflexionar y renovar preguntas en el marco del recorrido y el estado de situación de los juicios de lesa humanidad. Hemos invitado a compañeros y compañeras que son parte de distintos organismos de Derechos Humanos para poder pensar, a partir de sus exposiciones, cómo continuamos y cómo avanzamos para poder seguir profundizando el juzgamiento a los responsables de esa época tan cruel atravesada por nuestros compañeros y compañeras, de la cual tuvimos como resultado la detención y desaparición de 30 mil de ellos y ellas”.

    Antes de darle la palabra a lxs expositores, Cano convocó a lxs presentes a las actividades a realizarse en el marco del 24 de marzo: “Queremos también invitarlos a participar mañana de la campaña ‘Plantemos Memoria’ convocada por los organismos de Derechos Humanos, a la que hemos adherido como organización. Los trabajadores y las trabajadoras también plantamos memoria, por lo que mañana a las 11 de la mañana vamos a plantar un árbol en la Plaza Primero de Mayo, en Hipólito Yrigoyen al 2200, en el barrio de Balvanera, cerca de la sede de ATE Nacional. Y a las 3 de la tarde vamos a concentrarnos en Av. de Mayo y Sáenz Peña para participar de la movilización”.

    La primera compañera en tomar la palabra fue Malena Silveyra, integrante de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, socióloga y docente universitaria, Coordinadora del Observatorio de Crímenes de Estado de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, e investigadora del Centro de Estudios sobre Genocidio de la UNTREF. Silveyra dijo: “Me interpeló mucho el título de la actividad de hoy: Pensar la articulación entre genocidio, identidad y juicios, y cómo se entrelazan estos tres conceptos en este momento histórico. Es muy pertinente y oportuna la convocatoria porque nos interpela sobre qué tiene que ver con nuestra identidad este proceso de juzgamiento que estamos viviendo en este momento”.

    “La identidad está íntimamente ligada a lo que pasó durante la dictadura militar, o incluso antes, porque uno podría fechar el inicio del aniquilamiento en el ’75, con el Operativo Independencia. El proceso del genocidio es justamente el intento de destrucción de los patrones identitarios del grupo oprimido, y el intento de imponer los patrones identitarios del grupo opresor. O sea que en realidad el genocidio no se propone aniquilar personas, sino transformar la identidad de un pueblo. Eso es lo que pasó en nuestro país, y por eso nosotros sostenemos en las calles y en los juicios que lo que pasó acá fue un genocidio”, agregó la compañera.

    Silveyra además se preguntó: “¿Cómo hace un genocidio para destruir esos patrones identitarios? Lo hace persiguiendo, aniquilando, destruyendo, en nuestro caso, a un conjunto de compañeros y compañeras que expresaban una cantidad de prácticas y de ideas. Pero además, aquí lo hizo de una manera muy particular, porque no fue ni a viva voz, ni públicamente, sino que lo hizo con la desaparición forzada, e instalando el terror en el conjunto de la sociedad. Ese terror instalado por el genocidio, generado por la desaparición forzada y por los más de 750 campos de concentración que hubo en nuestro país, fue construyendo ese ‘por algo será’, que no es otra cosa que la destrucción de los lazos de solidaridad entre los distintos sectores del movimiento popular”.

    Fue entonces el turno del compañero Leonardo Fossati, miembro de Abuelas de Plaza de Mayo y Coordinador del Espacio para la Memoria de la ex comisaría 5ta de La Plata, quien manifestó: “Como reflexión sobre los 45 años que se cumplen de la última dictadura cívico-militar, el pueblo argentino ha dado muchos ejemplos sobre la lucha en materia de Derechos Humanos. Por supuesto que siempre muy bien representado por los organismos de Derechos Humanos, en su mayoría, y por los ex detenidos testimoniantes en los juicios de lesa humanidad, primero en el juicio a las juntas, después en los juicios por la verdad acá en La Plata, y después con la apertura de los juicios de lesa humanidad. Verdaderamente han marcado un camino de lucha y de logros y avances que no se han dado en muchas partes del mundo. Argentina, en este sentido, es materia de consulta permanente”.

    “A mí me toca hablar en el día de hoy un poco en representación de las Abuelas y del Espacio para la Memoria. Desde esos ámbitos me ha tocado ir viendo y aprendiendo cómo las Abuelas han podido llevar adelante su lucha a pesar de las dificultades que han tenido a lo largo del tiempo, y cómo se han sabido adaptar a las diferentes circunstancias. La permanente adaptación es fundamental para poder mantener los objetivos a cumplir. Como ustedes bien saben, las Abuelas iniciaron su búsqueda en plena dictadura junto con las Madres en una misma lucha, arriesgando sus vidas, cuando empezaron a buscar a sus nietas y nietos robados en los mismos operativos en los que se llevaron a sus padres y madres”, agregó Fossati.

    “En una noticia publicada en un diario de La Plata, dos Abuelas leyeron que la Justicia obligaba a un padre a hacerse un estudio genético para reconocer la paternidad que no estaba reconociendo. Mediante esa noticia, las Abuelas empezaron a creer que podía existir una nueva herramienta para ayudarlas en su búsqueda, que con el paso del tiempo se volvía cada vez más difícil. Fue entonces que contactaron a científicos argentinos y a estudiantes de la Universidad Nacional de La Plata para ver si esa posibilidad efectivamente existía. La comunidad científica empezó a trabajar a partir de la necesidad de una parte del pueblo argentino. Fue allí donde la ciencia avanzó en algo que hasta ese momento no existía: La posibilidad de analizar genéticamente una generación con otra, faltando los datos genéticos de la generación intermedia. O sea que podían analizar los datos para conectar a un abuelo, a una abuela, o a tíos, con una nieta o con un nieto. Eso permitió a las Abuelas volver a impulsar, por un lado, la búsqueda de sus nietos y nietas, pero también volver a impulsar un juicio que no fue alcanzado por las leyes de impunidad, que fue el del plan sistemático de robo de bebés, y eso pudo volver a sentar en el banquillo a los grandes genocidas de este país”, aseguró Fosatti.

    Estaban presentes además las compañeras Lara Hueravilo y Ana Ríos Brandana, de la organización Nietes. Tomó primeramente la palabra Ana Ríos Brandana, quien dijo: “Queremos traer a este conversatorio la mirada de nuestra generación, de la juventud, de cómo se nos presenta la historia a nosotres y de cómo encaramos las luchas y los objetivos que tenemos la convicción de sostener. La identidad constituye no sólo lo que somos nosotres hoy en nuestras familias, sino también lo que somos hoy como pueblo. Constituye además la identidad de un montón de luchas que surgen a raíz de este hecho histórico. La lucha de los organismos de Derechos Humanos y la lucha de esa generación que desaparecieron sirven de motivación para las generaciones de hoy”.

    “Nosotres nos juntamos para crear Nietes en el contexto de un gobierno neoliberal, el macrista. Queríamos involucrarnos, seguir la lucha de Abuelas, de Hijxs y de Familiares teniendo en cuenta también las luchas de nuestra generación, como la de la igualdad de género o la del aborto legal. Veíamos muy pertinente generar un posicionamiento como familiares de desaparecides, y como generación”, añadió Ríos Brandana.

    Por su lado, la compañera Lara Hueravilo señaló: “Estamos encarando el desafío de cómo hacer para llegar a las próximas generaciones y eso se relaciona con los juicios, que son una gran herramienta académica, como también lo son los testimonios. Pensamos cómo hacer para que los programas educativos tengan una transversalidad de transmisión de la memoria que sea correcta para generar consciencia de lo que pasó, aunque alguien tal vez piense que se trata de una exageración. Necesitamos que las nuevas generaciones sepan que los genocidas secuestraban, que torturaban, que desaparecían. Todo esto pasó, y no hay un grado de consciencia sobre todo esto como el que podemos tener nosotres, a quienes nos atravesó en nuestra historia de distintas maneras”.

    “Nietes está conformado por un montón de personas que atraviesan su historia de distintas maneras, pero siempre llegamos a un punto en común, que es lo que se nos dejó a nosotres. Desde allí pensamos en cómo hacer para llegar a nuestra generación, para que se repregunte y se cuestione preconceptos errados. Así como una gran parte de nuestra generación milita, hay otra gran parte que no tiene consciencia de la capacidad que tenemos para hacer un cambio, para preguntar por qué no hay fotos de nuestras abuelas embarazadas, por qué no hay fotos de nuestros viejos de chiquitos. Tenemos el poder de preguntarles a nuestros viejos si no dudan de su identidad, y de expresarles nuestras dudas al respecto”, aseveró la compañera Hueravilo.

    Habló entonces la compañera Marga Cruz, integrante del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y de la Asociación Ex Detenidos y Desaparecidos, sobreviviente del primer centro clandestino de detención ‘Escuelita’, de Famaillá, Tucumán. Cruz dijo: “Yo estuve secuestrada en la ‘Escuelita’ de Famaillá en 1975, pero hay que ir más atrás para explicar la espiral de violencia que venía acorralando a los luchadores populares y que produjo un punto de inflexión con el golpe. Y le decimos golpe porque fue un mazazo dado a las clases populares por parte de las clases más poderosas. Nuestra generación era una de lucha: Había que arrancar todo, y todo se arrancaba en las calles. El genocidio no sólo vino a desaparecer a los 30 mil compañeros, a lograr el exilio de otros 10 mil, a apropiarse de los chicos y a quitarles su identidad, sino que lo que más vino a hacer fue a intentar quitarnos la identidad de pueblo y, más específicamente, de las luchas del pueblo. Bien lo decía Rodolfo Walsh en su carta histórica: Quieren que nosotros estudiemos la historia como fragmentos”.

    Cruz entonces se preguntó: “¿Cuál sería la identidad de nuestro pueblo en los últimos años? La identidad de la lucha contra la impunidad. Cuando nos empezamos a reunir como sobrevivientes, lo único que queríamos era decir que los desaparecidos habían quedado en los que hoy ya sabemos que son más de 700 centros clandestinos de detención. De esa historia nos condenaron a hablar siempre. La lucha contra la impunidad no es gratuita. Así como antes hablábamos del ‘estigma del sobreviviente’, ahora hablamos del estigma de la lucha eterna en contra de la impunidad. ¿Es justa esa lucha? En la pandemia se ha muerto una gran cantidad de represores, ¿con qué testimonios van a hacerse los juicios por los que luchamos si siguen pasando los años?”

    Después tomó la palabra Marcelo Ponce Nuñez, abogado de ATE y de la CTA Autónoma a cargo del Departamento Jurídico de ATE Provincia de Buenos Aires, abogado de la Oficina de Consultorios Jurídicos Gratuitos de la Facultad de Derecho La Plata. El compañero intervino en los juicios de lesa humanidad de los tribunales federales de La Plata y lo sigue haciendo en equipo con la APDH La Plata. Algunos de los juicios de los que participó fueron los de la Unidad 9, la Cacha, el Circuito Camps, y la Infantería Marina 3, entre otros. El abogado apreció: “El valor que tuvieron los juicios fue el de haberles dado voz a aquellos que no la pudieron expresar cuando fueron detenidos, encarcelados, desaparecidos y asesinados. Ellos no pudieron decir nada porque justamente ninguno de ellos, por las causales que se inventaban en aquel momento, tuvo juicio. Entonces, los juicios a los genocidas que se lograron encausar en la Argentina tuvieron como máximo valor darle voz a quienes no pudieron tenerla formalmente en un proceso mientras fueron detenidos. Sin embargo, aquellos que los habían privado de su voz, pudieron y tuvieron la posibilidad de tener voz en su defensa en todos y cada uno de los juicios que se iniciaron”.

    “La voz de quienes no habían sido escuchados cuando fueron detenidos finalmente pudo ser escuchada, y esto es para mí fundamental. En esa voz encontramos muchísimos actos de solidaridad que se dieron en los lugares de detención, o entre los familiares de las personas detenidas, porque era la única forma que encontraban para sobrevivir. Del otro lado nos encontramos con la tortura, con el principio hitlerista de matarte porque sí, porque tenés una idea”, agregó el compañero Ponce Núñez.

    El cierre de la jornada estuvo a cargo de Hugo ‘Cachorro’ Godoy, Secretario General de ATE Nacional, y uno de los compañeros que dio testimonio en el juicio a los genocidas de la Unidad 9 de La Plata. El dirigente de ATE manifestó: “Nuestro pueblo es el único que venció a un ejército ocupante de nuestro territorio y lo llevó a ser juzgado y condenado a pesar de haber sido derrotado militarmente. Esto fue por la fuerza de la política, de la cultura y de la construcción comunitaria y colectiva. Por eso pudimos vencer y derrotar a la dictadura en el año ’83, sino que también pudimos derrotar a todos los intentos con que, en democracia, los agentes de esa dictadura intentaron perpetuar su impunidad a través de leyes que el Congreso aprobó para justificar lo injustificable: El genocidio”.

    ‘Cachorro’ Godoy además dijo: “Nunca hubo resignación en nuestro pueblo, incluso aunque tuvimos una dictadura cívico-militar y eclesiástica, como dice Norita Cortiñas. Porque fueron muchos los empresarios, políticos, obispos y curas que fueron no solamente cómplices, sino también implementadores del plan genocida. Y así como estuvieron ellos, también hubo otros y otras que, quizás paralizados por el terror, no pudieron o no quisieron ver lo evidente. Pero también hubo miles y miles que dieron la resistencia desde cualquier lado: Desde sus hogares, desde sus lugares de trabajo, desde el exilio, desde las cárceles, desde los centros clandestinos de detención”.

    “Por esa resistencia cultural para sostener valores con la perspectiva de una sociedad diferente es que la dictadura pudo ser derrotada en ocho años. Aunque todavía estamos en una democracia que no ha dado cuenta de muchas de las cuestiones que desarrollamos en nuestras luchas, pudimos enjuiciar y condenar a los genocidas. Aunque todavía subsisten mecanismos supuestamente democráticos, como el de la justicia que justifica el enlentecimiento de los procesos judiciales, hay una tozudez y una perseverancia de importantes sectores de nuestro pueblo que sustentan la perspectiva de darle continuidad a las luchas. Entonces, ¿cómo no emocionarse cuando uno ve a los pibes y las pibas de Nietes, que son la mejor continuidad no solamente de sus abuelos y abuelas, sino también de todas y todos aquellos que dieron lo mejor de sí para construir una Argentina que todavía está pendiente? La revolución es un sueño permanente que hay que seguir llevando adelante”, agregó el Secretario General de ATE Nacional.

    Prensa ATE


    Relacionados