Entre otras actividades auspiciadas por el Departamento de Género del Consejo Directivo Nacional, un grupo de compañeras trabajadoras de las áreas involucradas en la defensa de la Soberanía Alimentaria realizarán un Encuentro en zona fronteriza para recibir también a compañeras de Paraguay y Brasil a fin de conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que se celebra el 8 de marzo.
La compañera Carina Maloberti, dirigente del
Consejo Directivo Nacional de ATE, se refirió a la importancia de esta fecha con
el siguiente texto:
“En
muchas ocasiones hemos podido trascender al tiempo protagonizando actos
desprendidos y heroicos en función de la liberación nacional y social. El poder
de transformar nuestras realidades ha sido comprobado a lo largo de la
historia, en hechos que datan desde la antigua Grecia con la desarmadora de
ejércitos, Lisistrata; o con la firmeza de las mujeres espartanas, formando
hombres guerreros para las luchas de su pueblo”.
“Nuestro
espíritu libertario permanece encendido, y lo compartimos con nuestros hombres
y compañeros. Es el mismo que expresaron las mujeres de la Revolución Francesa,
las mujeres anarquistas y socialistas de fines del Siglo XVIII, y las de
principio del Siglo XIX, en pleno auge de la Revolución Industrial. Allí
comienzan las primeras huelgas de mujeres de la industria textil en EE.UU.,
mayoritariamente inmigrantes. En una de ellas, un 8 de marzo de 1908, mueren
calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York;
el incendio se provoca cuando las mujeres que ocupaban la fábrica se niegan a
abandonarla y son reprimidas con bombas incendiarias. Protestaban por sus bajos
salarios y por las infames condiciones de trabajo”.
“En aquellas huelgas, que se
suceden durante varios años, y tras la amplia solidaridad internacional
recibida, va tomando fuerza el compromiso de conformar un movimiento
internacional por los derechos humanos de las mujeres. Es entonces que
en 1910, en Copenhague, representantes del insistente trabajo militante de
miles de mujeres de 17 países, entre las que se encontraban las de la Liga
Espartaquista, como Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin, proclaman el 8 de marzo
como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Un año después, dando
continuidad a la decisión tomada, reafirman el compromiso, entre otras
consignas, por el derecho al voto, el de ocupar cargos públicos, el derecho al
trabajo, a la formación profesional, a la no discriminación laboral, mejoras en
las condiciones para las mujeres emigradas y por la abolición de la explotación
infantil.
“Nuestra
América Latina también fue escenario candente de las luchas emancipadoras
contra el colonialismo y la opresión. Y como es de esperar, aquí también hubo
cientos de mujeres heroicas de las que muchas veces la historia oficial se
olvida. En las tierras de la Patria Grande ya resistían las mujeres indígenas,
la inolvidable Bartolina Sisa, nuestra General inquebrantable y decidida Juana
Azurduy al frente en las batallas por la Independencia (una de ellas la libró
en el Cerro Potosí un 8 de marzo de 1816). Mujeres en las que nos identificamos
sin duda muchas mujeres que seguimos luchando por la liberación de nuestros
pueblos del yugo foráneo”.
“Con
toda esa historia nos adentramos en el Siglo XX, y las militantes argentinas no
somos ajenas a la historia de lucha de nuestro Pueblo. Continuamos empujando el
movimiento, por el que pasaron valiosísimas compañeras anarquistas, comunistas,
socialistas, peronistas, y que sin duda parió y elevó popularmente al rango de
Capitana a la compañera Evita. Con ella la incorporación masiva de la mujer a la
política fue irreversible, y sobre todo de las más humildes. Desde el voto
femenino, hasta la decisión de inundar los despachos oficiales que eran para
unos pocos hombres, e ingresar pateando puertas a las burocracias sindicales
machistas en las organizaciones obreras. Mujeres de todos los puntos del país
irrumpimos organizándonos en defensa de las presas y presos políticos, por la
aparición con vida de las y los compañeros, y contra la tortura. Miles de
compañeras dieron su vida en las organizaciones políticas armadas que se
enfrentaron a las reiteradas dictaduras cipayas de los grandes
capitales, y son también parte del torrente que alimenta nuestras almas, vísceras
y músculos que nos mueven a continuar”.
“Hoy,
como ayer, persisten grandes injusticias. Por un lado las que padecemos como
parte del Pueblo, tales como el sometimiento a los intereses del capital
extranjero y las burguesías locales; y en lo particular, la violencia laboral,
familiar, el abuso sexual, la discriminación, el sometimiento, la humillación,
la feminización de la pobreza, los bajos salarios, la imposibilidad de decidir
sobre nuestros cuerpos, la falta de provisión efectiva de anticonceptivos
gratuitos para no abortar y del aborto legal para no morir, la violencia
laboral y doméstica, la trata de personas, la negación de las instituciones en
aplicar las conquistas legislativas que con tanta entrega las mujeres hemos
conseguido”.
“Hay mucho por recuperar, hay
mucho todavía por conquistar, pero está claro que contra lo que no pudieron,
por más aberraciones que padecimos y padecemos, y con lo que no podrán, gracias
a nuestra historia y memoria, es que: SOMOS CONCIENTES DE QUE PUDIMOS, SOMOS
CONCIENTES DE QUE PODEMOS, Y ESTAMOS DECIDIDAS A REALIZARLO, POR NUESTROS
DERECHOS COLECTIVOS COMO CLASE TRABAJADORA, POR EL DERECHO A
ORGANIZARNOS SINDICAL Y POLITICAMENTE, POR LA LIBERACION NACIONAL Y
SOCIAL, Y POR LA VIDA”.
Prensa ATE